La historia contempla, por lo general, el panorama de los
Hechos «importantes» de la humanidad. Pero la verdadera
historia
Del hombre, ¿no será esa corriente subterránea de
sufrimiento
y de pobreza, que el gran libro de la historia generalmente
Omite y que son la secuela de las «hazañas», en su mayoría
Bélicas, del hombre? El evangelio, en cambio, presta una
Atención preferente a estas situaciones hasta el punto de
que,
A diferencia de otras grandes figuras de la historia, no es
posible
Comprender a Jesús si no es enmarcado en el trasfondo
De los desheredados de su tiempo.
El término pobres (patojo), en el lenguaje evangélico, aunque
No designa exclusivamente a los económicamente débiles o
A los desposeídos de bienes materiales, ciertamente los
incluye
Y comprende, por tanto, también la pobreza real. Bajo el
Nombre de pobres se entiende a los necesitados y, sobre
Todo, a los mendigos. Lucas nos habla de «cautivos, ciegos y
Oprimidos» (4, 18) y Mateo (11, 5; Le 7, 21-22) menciona a
Enfermos o disminuidos físicos (ciegos, cojos, leprosos,
sordos;
El 14, 13 añade: tullidos, cojos y ciegos) o bien a enfermos
en
El espíritu (endemoniados) (4). La mayor parte de estas
personas
Eran mendigos, incapaces de ganarse el sustento por sí
Mismos, y que, a falta de instituciones benéficas que los
acogiesen,
Se veían obligados a vivir de la limosna
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