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¿Cómo predicar el evangelio de Jesucristo?

En cuanto a la predicación, ésta debe ser práctica. La predicación debe ser directa. Debemos predicar acerca del Evangelio y no acerca de ningún hombre. La predicación debe estar dirigida a los oyentes. El ministro debe predicar refiriéndose a ellos, y no debe dejar la impresión de que está refiriéndose a otras personas. De nada servirá la predicación si no convence a cada individuo de que él es la persona en cuestión.


Muchos predicadores temen dar la impresión de que se están refiriendo a alguien en particular. Predican contra ciertos pecados, pero procuran hablar de tal manera que ninguno de sus oyentes pueda pensar que son culpables de tales abominables prácticas. ¡Eso no es predicar el Evangelio! Cristo, los profetas y los apóstoles no predicaron de esa manera. Tampoco predica así el ministro que tiene éxito en ganar almas para Cristo. Hable desde el púlpito como si estuviera conversando. Evite ese estilo altisonante que da la impresión que el Cristianismo es algo misterioso. Use palabras que se puedan entender perfectamente, no sea de los que por temor a lucir inculto, emplean un vocabulario que la gente no entiende.

En la predicación deben abundar las ilustraciones y los ejemplos tomados de casos reales o imaginarios. Jesucristo constantemente ilustraba sus enseñanzas. Lo mismo presentaba un principio y luego lo ilustraba con una parábola. Hay millones de hechos de los que se pueden sacar provecho; sin embargo, pocos ministros se atreven a usarlo por temor a que alguien diga que lo único que sabe es hacer cuentos. ¿Y qué? ¡Así predicó Jesús!. Y es la única manera de predicar bien.

Las ilustraciones, las parábolas y los ejemplos sirven para que los niños puedan entender el Evangelio, ya que ellos necesitan una predicación simple y agradable. Un ministro una vez le preguntó a un actor, por qué los artistas al representar una simple ficción conmovían al auditorio, y hasta le arrancaban lágrimas, mientras los ministros, al presentar la más solemne de todas las realidades, apenas podían obtener la atención al púlpito. El actor le explico sabiamente: Es que nosotros presentamos la ficción como si fuera realidad, mientras que ustedes presentan la realidad como si fuera ficción.
El artista combina la acción con la palabra, y la palabra con la acción. Sus miradas, sus gestos, sus ademanes, tienen el propósito de expresar a cabalidad el pensamiento del autor. Esto es lo que el predicador debe intentar también, sin convertir el púlpito en un circo, o en un show.

Cristiano, no digas que la predicación es "demasiado franca" por el simple hecho de que expone las faltas de la iglesia. Se deben evitar las tontas liviandades al predicar y los chistes, pues estos le quitan la seriedad y la solemne importancia a la predicación. Además se debe predicar sin hipocresía y no utilizar la predicación para desahogar rencores o resentimientos hacia alguna persona en particular.

El predicador debe evitar las lisonjas y la adulación, y también debe evitar los halagos, los elogios y la lambonería sobre el púlpito, ya que la Biblia dice que la adulación es pecado. (Lea Salmos 5:9 - 12:2,3 - 78:34-37 - Proverbios 16:29 - 26:28 - 28:23 - 29:5 - Romanos 16:17,18 – 1 Tesalonicenses 2:5-Judas 1:16).fuente :iglesiacristianatemplodefe.org


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