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Jesús Multiplica los Alimentos

Imagino lo que pensarían los apóstoles al escucharlo, viendo la cantidad enorme de gente que estaba frente a ellos: “¿Acaso el Maestro perdió el sentido?… ¿Cómo se le ocurre pedirnos algo así?… ¿No ve la inmensa multitud que lo aclama?… ¿No sabe que nunca cargamos provisiones, y menos aún, para dar de comer a tanta gente?… ¿Y si lo poco que tenemos: cinco panes y dos peces, lo repartimos, qué vamos a comer nosotros?…”


Y sé bien lo que decimos nosotros hoy: “A la gente no hay que darle el pescado, sino enseñarle a pescar. Si vinieron era porque sabían cómo iban a solucionar sus necesidades. La gente es muy conchuda y muy tranquila, hacen lo que quieren y luego que uno solucione todos sus problemas y dificultades. Que se devuelvan para sus casas de la misma manera como vinieron aqui. No tenemos por qué darles lo nuestro, porque cómo vamos a atender nosotros nuestras propias necesidades. Ya el Maestro hizo algo bueno por ellos: curó a sus enfermos, y les ha enseñado gratis toda la mañana, entonces que regresen a sus casas, porque no hay nada más para darles”.

Evidentemente, la intención de Jesús al decir a sus discípulos estas palabras, era hacerlos caer en la cuenta – a ellos y también a nosotros, por supuesto -, de una realidad que es clave para nuestra vida: la necesidad que tenemos de compartir lo que somos y lo que poseemos, sea mucho o poco, con quien requiere nuestra ayuda y nuestro apoyo.

Cuando compartimos lo que tenemos, se multiplica; ¿ o acaso no hemos visto cómo cuando estamos en la mesa, y ha venido alguien a nuestra casa, lo que habíamos preparado, alcanza perfectamente para todos, y hasta sobra?…

Nuestra vida en el mundo es un compartir constante. Compartimos la tierra en que vivimos, el aire que respiramos,  el cielo que nos cobija, el sol que nos ilumina, la noche que nos permite descansar, las plantas que nos alimentan, el agua que nos refresca, los animales que nos acompañan, el cariño de las personas que nos anima. Sólo en el compartir podemos experimentar lo que realmente somos: hijos de un mismo Padre, que construyó un hogar hermoso para todos, y que nos quiere unidos como hermanos que se aman y se ayudan en todo.

Anunciando el Reino de Dios

Como buen israelta, Jesús fue educado por sus padres con esta idea del Reino o del reinado de Dios, en su mente y en su corazón; y a medida que su fe y su relación con su Padre se fueron haciendo más profundas, esta idea se aclaró y se profundizó en su mente y en su corazón, y él mismo se sintió enviado a anunciarla a todos los que quisieran escucharlo.

La mayor originalidad de Jesús en su predicación, es precisamente ésta: Jesús es el único profeta judío que afirmó, con absoluto convencimiento, que el Reinado de Dios, anunciado y la salvación que éste implica, no es una mera promesa, sino una realidad. Y todavía más, que él mismo – Jesús – es el encargado de hacerlo presente y actuante. Recordemos lo que sucedió en la sinagoga de Nazaret:


“Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu, y su fama se extendió por toda la región. Él iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos. Vino a Nazareth, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. 

Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”. 

Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. Comenzó, pues, a decirles: “Esta Escritura, que acaban de oír, se ha cumplido hoy”. Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca. ” (Lucas 4, 14-22)

Jesús Anuncia El Reino De Dios


Como buen israelta, Jesús fue educado por sus padres con esta idea del Reino o del reinado de Dios, en su mente y en su corazón; y a medida que su fe y su relación con su Padre se fueron haciendo más profundas, esta idea se aclaró y se profundizó en su mente y en su corazón, y él mismo se sintió enviado a anunciarla a todos los que quisieran escucharlo.

La mayor originalidad de Jesús en su predicación, es precisamente ésta: Jesús es el único profeta judío que afirmó, con absoluto convencimiento, que el Reinado de Dios, anunciado y la salvación que éste implica, no es una mera promesa, sino una realidad. Y todavía más, que él mismo – Jesús – es el encargado de hacerlo presente y actuante. Recordemos lo que sucedió en la sinagoga de Nazaret:


“Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu, y su fama se extendió por toda la región. Él iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos. Vino a Nazareth, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. 

Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”. 

Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. Comenzó, pues, a decirles: “Esta Escritura, que acaban de oír, se ha cumplido hoy”. Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca. ” (Lucas 4, 14-22)

Jesús Como Un Amigo Fiel


En este puñado de tierra que son nuestras pobres personas –que somos tú y yo–, hay, amigo mío, un alma inmortal que tiende hacia Dios, a veces sin saberlo: que siente, aunque no se dé cuenta, una profunda nostalgia de Dios; y que desea con todas sus fuerzas a su Dios, incluso cuando lo niega.

Esta tendencia hacia Dios, este deseo vehemente, esta profunda nostalgia, quiso el mismo Dios que pudiéramos concretarla en la persona de Cristo, que fue sobre esta tierra un hombre de carne y hueso, como tú y como yo. Dios quiso que este amor nuestro fuese amor por un Dios hecho hombre, que nos conoce y nos comprende, porque es de los nuestros; que fuera amor a Jesucristo, que vive eternamente con su rostro amable, su corazón amante, llagados sus manos y sus pies y abierto su costado, que es el mismo Jesucristo ayer y hoy y por los siglos de los siglos.

Llamados a ser verdaderos amigos        
Pues ese mismo Jesús, que es perfecto Dios y hombre perfecto, que es el camino, la verdad y la vida, que es la luz del mundo y el pan de la vida, puede ser nuestro amigo si tú y yo queremos. Escucha a San Agustín, que te lo recuerda con clara inteligencia con la profunda experiencia de su gran corazón: sería amigo de Dios si lo quisiera.

Pero para llegar a esta amistad hace falta que tú y yo nos acerquemos a El, lo conozcamos y lo amemos. La amistad de Jesús es una amistad que lleva muy lejos: con ella encontraremos la felicidad y la tranquilidad, sabremos siempre, con criterio seguro, cómo comportarnos; nos encaminaremos hacia la casa del Padre y seremos, cada uno de nosotros, otro Cristo, pues para esto se hizo hombre Jesucristo: Dios se hizo hombre para que el hombre se hiciera Dios

Mucho más que un conjunto de normas            
Pero hay muchos hombres, amigo mío, que se olvidan de Cristo, o que no lo conocen ni quieren conocerlo, que no oran y no piden en nombre de Jesús, que no pronuncian el único nombre que puede salvarnos, y que miran a Jesucristo como a un personaje histórico o como una gloria pasada, y olvidan que El vino y vive para que todos los hombres tengan la vida y la tengan en abundancia.

Y fíjate que todos estos hombres son los que han querido reducir la religión de Cristo a un conjunto de leyes, a una serie de carteles prohibitivos y de pesadas responsabilidades. Son almas afectas de una singular miopía, por la cual ven en la religión tan sólo lo que cuesta esfuerzo, lo que pesa, lo que deprime; inteligencias minúsculas y unilaterales, que quieren considerar el Cristianismo como si fuera una máquina calculadora; corazones desilusionados y mezquinos que nada quieren saber de las grandes riquezas del corazón de Cristo; falsos cristianos, que pretenden arrancar de la vida cristiana la sonrisa de Cristo. A éstos, a todos estos hombres, querría yo decirles: venid y veréis, probad y veréis qué suave es el Señor.


Dios quiere nuestra alegra La noticia que los ángeles dieron a los pastores en la noche de la Navidad fue un mensaje de alegría: Vengo a anunciaros una gran alegría, una alegría que ha de ser grande para todo el mundo: que ha nacido hoy para vosotros el Salvador, que es Cristo nuestro Señor, en la ciudad de David.

La Mentira es Mala


En una ecuación matemática podemos decir que:
Mentira=Muerte

¿Por qué muerte? Porque aparte de estar mintiendo a nuestros padres, amigos y familiares e incluso a nosotros mismos estamos mintiendo a alguien mucho más importante, a Dios.

¿Tú crees que cuando mientes nadie te está viendo y nadie sabe la verdad? Te equivocas. Dios todo lo ve y todo lo sabe. El está anotando en el libro de la vida cada paso, cada palabra y cada movimiento que tú haces. Y si crees que Dios se hace el loco y no anota tus mentiras porque son buenas o eran para beneficiar a alguien. Pues te equivocas otra vez. Dios lo ve y lo mira absolutamente todo.

¿Porque la mentira es muerte? Estudiemos un caso particular que nos presenta la biblia.

Ananías y Safira

Un hombre llamado Ananías también vendió una propiedad y, en complicidad con su esposa Safira, se quedó con parte del dinero y puso el resto a disposición de los apóstoles.

—Ananías —le reclamó Pedro—, ¿cómo es posible que Satanás haya llenado tu corazón para que le mintieras al Espíritu Santo y te quedaras con parte del dinero que recibiste por el terreno? 4 ¿Acaso no era tuyo antes de venderlo? Y una vez vendido, ¿no estaba el dinero en tu poder? ¿Cómo se te ocurrió hacer esto? ¡No has mentido a los hombres sino a Dios!
Al oír estas palabras, Ananías cayó muerto. Y un gran temor se apoderó de todos los que se enteraron de lo sucedido. Entonces se acercaron los más jóvenes, envolvieron el cuerpo, se lo llevaron y le dieron sepultura.

Unas tres horas más tarde entró la esposa, sin saber lo que había ocurrido.
—Dime —le preguntó Pedro—, ¿vendieron ustedes el terreno por tal precio?
—Sí —dijo ella—, por tal precio.
—¿Por qué se pusieron de acuerdo para poner a *prueba al Espíritu del Señor? —le recriminó Pedro—. ¡Mira! Los que sepultaron a tu esposo acaban de regresar y ahora te llevarán a ti.

En ese mismo instante ella cayó muerta a los pies de Pedro. Entonces entraron los jóvenes y, al verla muerta, se la llevaron y le dieron sepultura al lado de su esposo. Y un gran temor se apoderó de toda la iglesia y de todos los que se enteraron de estos sucesos.

Hechos 5:1-11

Sabes Cómo alcanzar la felicidad en la Vida


“Cuando lleguemos a la estación sucederá!”, exclamamos. “Cuando cumpla los dieciocho.” “Cuando compre un Mercedez Benz.” “Cuando se hayan graduado mis hijos”. “Cuando pague la casa”. “Cuando consiga un ascenso”. “Cuando me jubile, ¡Qué Feliz voy a ser por el resto de mi vida!.

Tarde o temprano comprendemos que no existe tal estación; no hay un sitio al que llegar de una vez para siempre. El verdadero gozo de la vida esta en el viaje. La estación es solo un sueño. Se aleja de nosotros sin cesar.

“Disfrutar el momento” es un buen lema, sobre todo si lo complementas con el Salmo 118:24: “Este es el día que ha creado el Señor; regocijémonos en él”. No son las cargas del hoy lo que enloquece al hombre. Son los arrepentimientos por el ayer y el miedo al mañana.

Por eso, deja ya de recorrer los pasillos y contar los kilómetros. En Cambio, escala más montañas, toma más helado, camina descalzo con más frecuencia, zambúllete en más ríos, contempla más atardeceres, ríe más, llora menos. Es preciso vivir la vida en pleno viaje. La estación llegará demasiado pronto.

2 Corintios 5:17 “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.

Por: Robert J. Hastings

Cómo alcanzar la felicidad en la Vida



“Cuando lleguemos a la estación sucederá!”, exclamamos. “Cuando cumpla los dieciocho.” “Cuando compre un Mercedez Benz.” “Cuando se hayan graduado mis hijos”. “Cuando pague la casa”. “Cuando consiga un ascenso”. “Cuando me jubile, ¡Qué Feliz voy a ser por el resto de mi vida!.

Tarde o temprano comprendemos que no existe tal estación; no hay un sitio al que llegar de una vez para siempre. El verdadero gozo de la vida esta en el viaje. La estación es solo un sueño. Se aleja de nosotros sin cesar.

“Disfrutar el momento” es un buen lema, sobre todo si lo complementas con el Salmo 118:24: “Este es el día que ha creado el Señor; regocijémonos en él”. No son las cargas del hoy lo que enloquece al hombre. Son los arrepentimientos por el ayer y el miedo al mañana.

Por eso, deja ya de recorrer los pasillos y contar los kilómetros. En Cambio, escala más montañas, toma más helado, camina descalzo con más frecuencia, zambúllete en más ríos, contempla más atardeceres, ríe más, llora menos. Es preciso vivir la vida en pleno viaje. La estación llegará demasiado pronto.

2 Corintios 5:17 “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.

Por: Robert J. Hastings

¿Por qué Jesús fue Carpintero?


¿Por qué Jesús fue carpintero? ¿Por qué no agricultor, pastor de ovejas, pescador o un maestro de la Ley? Si, hemos escuchado que la vida de Jesús había sido planeada, que Él venía con un gran propósito, su vida fue escrita y profetizada con detalle desde los comienzos, que debía el Verbo Encarnarse y vivir como hombre, sentir como hombre y someterse a una vida ejemplar so pena de todas las tentaciones y sensaciones.

Entonces, El que Jesús haya sido carpintero tendría que tener un valioso significado para nuestras vidas, nos quería decir algo. Algunas veces escuche que Él había sido carpintero porque era profesión humilde, otros que era una profesión bien paga, porque la tradición decía que el hijo mayor seguía la profesión del padre (padrastro José) otra ves me dijeron que era porque el carpintero crea con sus manos, y otras más. Todas esas me parecieron validas y tienen sentido, además es bonito…pero lo que leí y te comparto, me hizo meditar, espero te guste. El autor interpreta:

“Él fue un carpintero porque iría a morir con las mismas herramientas con las que siempre trabajó. Él pasó por el caos del estrés desde su adolescencia.

El joven Jesús trabajaba diariamente con martillos, con clavos y con madera. José, su padre, debe haberle alertado varias veces al niño Jesús para que tuviese cuidado en el uso del martillo, pues podría herirse. De acuerdo con Lucas, desde los doce años Jesús ya manifestaba que sabía cuál era su misión y, por eso, tal vez supiese su destino. Solamente eso explica por qué anunció claramente a sus íntimos la manera como moriría, antes de que hubiese cualquier amenaza en el aire (Marcos 9: 31).

El niño Jesús sabía que un día sería herido de manera violenta con las herramientas que manipulaba. Cada vez que clavaba un clavo en la madera, probablemente tenía conciencia de que sus muñecas y pies serían clavados en la cruz.

María, una madre tan delicada y observadora, debía sacar las astillas de madera del joven Jesús. Cada vez que llegaba herido, ella debía pedirle que cuidase mejor de si mismo, pues sus herramientas eran pesadas y peligrosas. Pero, en la mente del único joven que sabía cuándo y cómo iría a morir, Él grababa en el corazón las palabras de su madre y reflexionaba sobre el drama que lo aguardaba.

Al oír los consejos de su madre, tal vez dijese: – Gracias, madre, por tus consejos. Tataré de tener más cuidado al usar esas herramientas, Pero un día ellas serán usadas para destruirme.”


Lo anterior me deja sin expresión, ahora comprendo parte de su oración en Getsemaní, porque sudó sangre, porque como hombre diestro en su profesión sabía en carne su destino…me hizo reflexionar que solo por amor, por verdadero amor hizo lo que hizo, y que yo soy beneficiario de ese amor me hace ser feliz… Recibe de ese amor.

Oración contra el mal de Magia Negra Brujería y Hechicería

Espíritu del Señor, Espíritu de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Santísima Trinidad, Virgen Inmaculada, ángeles, arcángeles y santos del paraíso descended sobre mí.



Expulsa de mí todas las fuerzas del mal, aniquílalas, destrúyelas, para que yo pueda estar bien y hacer el bien.

Expulsa de mí los maleficios, las brujerías, la magia negra, las misas negras, los hechizos, las ataduras, las maldiciones y el mal de ojo; la infestación diabólica, la posesión diabólica y la obsesión y perfidia; todo lo que es mal, pecado, envidia, celos y perfidia; la enfermedad física, psíquica, moral, espiritual y diabólica.

Quema todos estos males en el infierno, para que nunca más me toquen a mí ni a ninguna otra criatura en el mundo.


Ordeno y mando con la fuerza de Dios omnipotente, en nombre de Jesucristo Salvador, por intercesión de la Virgen Inmaculada, a todos los espíritus inmundos, a todas las presencias que me molestan, que me abandonen inmediatamente, que me abandonen definitivamente y que se vayan al infierno eterno, encadenados por San Miguel Arcángel, por San Gabriel, por San Rafael, por nuestros ángeles custodios, aplastados bajo el talón de la Virgen Santísima Inmaculada.

Amar a Nuestros Enemigos

Lorenzo Rosebaugh, compañero Oblato acribillado y muerto a balazos hace dos años en Guatemala, solía compartir en las reuniones de los Oblatos un consejo que le dio en otro tiempo el famoso jesuita americano Daniel Berrigan, poeta y activista por la paz. Éste le dijo a Lorenzo, cuando presenciaba un acto de desobediencia civil para protestar por la guerra del Vietnam: “Si no puedes hacer esto sin volverte amargado, ¡entonces, no lo hagas! ¡Hazlo sólo si puedes hacerlo con un corazón sereno y apacible! ¡Hazlo solamente si puedes estar seguro de que no acabarás odiando a los que te arresten!”

Es difícil lograrlo; pero, al fin, es el reto definitivo, a saber, el reto de no odiar a los que se oponen a nosotros, no odiar a nuestros enemigos, seguir mostrando corazón amable y dispuesto al perdón frente al malentendido, a la oposición llena de amargura, a la ofensa, a los celos envidiosos, a la ira, al odio, al maltrato categórico o incluso a la amenaza de muerte.

Y ser discípulo de Jesús significa que, en algún momento, se nos odiará. Nos crearemos enemigos. Eso le pasó a Jesús, y nos aseguró que también nos pasará a nosotros.

Pero también él nos dejó su ejemplo definitivo de cómo tenemos que responder a nuestros enemigos. Cuando la Escritura nos dice que Jesús salvó a los hombres de sus pecados, no sólo significa que, al ofrecer su muerte a su Padre como sacrificio en un acto eterno, nos quitó nuestros pecados. La Escritura apunta también a su manera de vivir y  de qué modo, como él lo demostró, el perdonar y amar a sus propios enemigos quita y elimina el pecado, absorbiéndolo. Como dijo una vez Soren Kierkegaard (famoso filósofo y teólogo danés del siglo XIX), el gran acto de amor de Jesús tiene que ser imitado, no sólo admirado.


Pero, ¿cómo lo hacemos? Parece efectivamente que no sabemos cómo amar a nuestros enemigos, que no tenemos la fuerza para perdonar. Predicamos el perdón como un ideal e ingenuamente creemos que ya estamos perdonando. Pero, generalmente, no lo hacemos. Realmente no amamos ni perdonamos a los que nos ofenden o se oponen a nosotros. Con demasiada frecuencia desconfiamos de otros, les faltamos al respeto, nos amargamos nosotros mismos, satanizamos a otros y (metafóricamente hablando) nos “asesinamos” unos a otros. Suponiendo que en nuestra vida haya mucho amor y perdón de los enemigos, eso queda muy lejos de ser evidente, tanto en el mundo como en nuestras iglesias. Como dijo alguna vez el teólogo y literato inglés Ronald Knox: como cristianos, nunca hemos tomado realmente en serio el reto de Jesús de amar a nuestros enemigos y de ofrecer la otra mejilla.

El Mesías a Prometido La Salvación

 ¿Qué significan los títulos Mesías y Cristo?
 Mucho antes de que Jesús naciera, la Biblia predijo la llegada del enviado de Dios, el llamado Mesías o Cristo. Los títulos Mesías (derivado de una palabra hebrea) y Cristo (derivado de una palabra griega) significan “Ungido”. 

De modo que el enviado prometido sería ungido, es decir, nombrado por Dios para ocupar una posición especial. En otros capítulos de este libro veremos con más detalle que el Mesías tiene un  importantísimo papel en el cumplimiento de las promesas divinas. También veremos que Jesús puede bendecirnos incluso hoy en día. Seguramente, ya antes de que Jesús naciera, muchas personas se preguntaban: “¿Quién será el Mesías?”.


¿De qué estaban totalmente convencidos los discípulos de Jesús?
En el siglo primero de nuestra era, los discípulos de Jesús de Nazaret estaban totalmente convencidos de que él era el Mesías predicho (Juan 1:41). Uno de ellos, Simón Pedro, le dijo sin rodeos: “Tú eres el Cristo” (Mateo 16:16). Ahora bien, ¿por qué estaban tan seguros aquellos discípulos de que Jesús era en verdad el Mesías prometido? ¿Y por qué podemos estar seguros nosotros?

¿Qué comparación nos permite entender cómo ha ayudado Jehová a las personas fieles a identificar al Mesías?

El Mensaje De Juan El Bautista


OBJETIVO: El mensaje de Juan el bautista nos trae enseñanzas de reflexión acerca de nuestra manera de vida que vivimos.

INTRODUCCIÓN: V.1-2. Nació seis meses antes de Jesús (Lc 1.26) y bajo circunstancias sobrenaturales (Lc 1.7, 18–25). Era de linaje sacerdotal y sus padres fueron ZACARÍAS y ELIZABET. Apareció en la historia como profeta del Señor, cumpliendo las profecías tocantes al precursor del Mesías (Is 40.3–5; Mal 3.1) Jesús lo comparó con ELÍAS (Mt 11.14; Mc 9.10–13) y lo destacó como el más grande profeta (Mt 11.7–13; Lc 7.24–36) y como el testigo verdadero del Mesías (Jn 5.30–36). Su Ministerio Apareció a la usanza de los profetas del Antiguo Testamento (Lc 3.3), predicando el arrepentimiento para perdón de pecados. La severidad de su mensaje y su apariencia recordaron al pueblo a Elías (Mt 17.11–13; Jn 1.21)

I. VER. 4-6. EL BAUTISMO DE ARREPENTIMIENTO EN PREPARACIÓN A LA VENIDA DE MESÍAS.

?
a) Su ministerio lo inicia a las orillas del gran río Jordán, diciendo: “Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; Enderezad sus sendas.”V. 4.

b) La vida del pueblo ante los ojos de Dios, a través del profeta, demandando enderezar las sendas de cada uno, la condición moral, arrepentirse. V.5.

c) Solamente es posible la vida eterna, a través de un arrepentimiento. V.6

II. VER.7-14. SU MENSAJE ES DURO, LLAMA A LA GENTE A HACER FRUTOS DIGNOS DE ARREPENTIMIENTO.

a) Tan torcido era el camino del pueblo, que lo califica en términos duros, diciendo: ¡Oh generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? V.7.

b) El arrepentimiento va acompañado de hacer frutos dignos, a la vez descarta que aún siendo del linaje de Abraham, no los justifica delante de Dios. V. 8.

c) Señala a la vez diciendo, que la sentencia está cerca, usa la metáfora diciendo: Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa en el fuego. V.9.

d) La gente reacción con temor ante el mensaje: ¿qué haremos? comparta lo que tiene. V. 10,11.

e) Los publicanos, (Servidores públicos) le preguntan ¿Qué haremos? No exijáis más de lo que os está ordenado. V.12,13.

f) Los soldados, No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestro salario. V.14.


III. V. 15-17. NO ES DE LOS DÉBILES EL REINO DE LOS CIELOS, ES DE LOS VALIENTES. (Mat.11:11,12)

Multiplicación De Los Panes Y Peces

“Al desembarcar vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: – Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer. Jesús les replicó: – No hace falta que vayan, denles ustedes de comer. Ellos le dijeron: – No tenemos más que cinco panes y dos peces. Les dijo: -Tráiganmelos. Mandó a la gente que se recostara en la hierba, y tomando los cinco panes y los dos peces alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos, que se los repartieron… Comieron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños”. (Mateo 14, 14-21)

Siempre que escucho o leo este pasaje del Evangelio, una frase queda resonando en mis oídos: “Denles ustedes de comer”.

¿Qué quiso decir Jesús a sus dicípulos cuando la pronunció?

¿Qué nos quiere decir a nosotros, personas del siglo XXI?

Imagino lo que pensarían los apóstoles al escucharlo, viendo la cantidad enorme de gente que estaba frente a ellos: “¿Acaso el Maestro perdió el sentido?… ¿Cómo se le ocurre pedirnos algo así?… ¿No ve la inmensa multitud que lo aclama?… ¿No sabe que nunca cargamos provisiones, y menos aún, para dar de comer a tanta gente?… ¿Y si lo poco que tenemos: cinco panes y dos peces, lo repartimos, qué vamos a comer nosotros?…”

Y sé bien lo que decimos nosotros hoy: “A la gente no hay que darle el pescado, sino enseñarle a pescar. Si vinieron era porque sabían cómo iban a solucionar sus necesidades. La gente es muy conchuda y muy tranquila, hacen lo que quieren y luego que uno solucione todos sus problemas y dificultades. Que se devuelvan para sus casas de la misma manera como vinieron aqui. No tenemos por qué darles lo nuestro, porque cómo vamos a atender nosotros nuestras propias necesidades. Ya el Maestro hizo algo bueno por ellos: curó a sus enfermos, y les ha enseñado gratis toda la mañana, entonces que regresen a sus casas, porque no hay nada más para darles”.

Evidentemente, la intención de Jesús al decir a sus discípulos estas palabras, era hacerlos caer en la cuenta – a ellos y también a nosotros, por supuesto -, de una realidad que es clave para nuestra vida: la necesidad que tenemos de compartir lo que somos y lo que poseemos, sea mucho o poco, con quien requiere nuestra ayuda y nuestro apoyo.

Cuando compartimos lo que tenemos, se multiplica; ¿ o acaso no hemos visto cómo cuando estamos en la mesa, y ha venido alguien a nuestra casa, lo que habíamos preparado, alcanza perfectamente para todos, y hasta sobra?…

Nuestra vida en el mundo es un compartir constante. Compartimos la tierra en que vivimos, el aire que respiramos,  el cielo que nos cobija, el sol que nos ilumina, la noche que nos permite descansar, las plantas que nos alimentan, el agua que nos refresca, los animales que nos acompañan, el cariño de las personas que nos anima. Sólo en el compartir podemos experimentar lo que realmente somos: hijos de un mismo Padre, que construyó un hogar hermoso para todos, y que nos quiere unidos como hermanos que se aman y se ayudan en todo.

¿Qué enseña realmente la Biblia?

¿Por qué no es lo mismo haber oído hablar de alguien famoso que conocerlo bien? b) ¿Qué confusión existe sobre Jesús?

EN EL mundo hay muchas personas famosas. Algunas son muy conocidas en su propia comunidad, ciudad o nación, y otras en el mundo entero. Pero el hecho de que usted sepa el nombre de alguien famoso no significa que conozca a esa persona, es decir, que esté enterado de los detalles de su pasado o de cómo es en realidad.

2 Aunque ya han pasado unos dos mil años desde que Jesucristo vivió en la Tierra, en todo el mundo se habla de él. Sin embargo, existe mucha confusión sobre quién fue en realidad. Algunos dicen que fue tan solo un hombre bueno. Otros piensan que no fue más que un profeta. Y hay quienes creen que Jesús es Dios y debemos adorarlo. ¿Será esto cierto?



3. ¿Por qué es importante que usted sepa la verdad sobre Jesús?


3 Es importante que usted sepa la verdad sobre Jesús. ¿Por qué? Porque la Biblia dice: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo” (Juan 17:3). En efecto, conocer la verdad sobre Jehová Dios y sobre Jesucristo puede llevarle a vivir para siempre en un paraíso terrestre (Juan 14:6). Además, Jesús dio el mejor ejemplo de cómo se debe vivir y tratar al prójimo (Juan 13: 34, 35). En el primer capítulo de este libro vimos cuál es la verdad acerca de Dios. Veamos ahora lo que enseña la Biblia acerca de Jesucristo.

Jesús Pescador De Hombres

En el relato que acabamos de leer, encontramos, en trazos más bien gruesos, el momento en que el Señor Jesucristo llamó definitivamente a algunos de sus discípulos a seguirle. Según el relato de Juan, este llamamiento podría haber ocurrido más o menos un año después del momento en que ellos conocieron por primera vez al Señor Jesús.

En el evangelio de Juan se nos relata el momento preciso en que Juan el Bautista presentó al Señor Jesucristo como el Cordero de Dios. Y, fue entonces cuando Juan y Andrés, hermano de Pedro, y luego también Santiago, hermano de Juan, conocieron al Señor Jesús. Hubo luego un periodo, tal vez un año, en que él estuvo relacionándose con ellos, donde ellos probablemente iban y volvían a su oficio de pescadores.



Pero este pasaje relata el momento preciso en que el Señor los llama a abandonar su oficio, su trabajo y sus esfuerzos, para seguirle de manera completa y definitiva por el resto de sus vidas. Es un momento trascendental en la vida de los discípulos.


Hay un momento en que nosotros conocemos al Señor; un  momento inicial en que el Señor llega a nuestra vida. Pero hay un momento tan importante como éste más adelante, en que él, definitivamente, nos llama a abandonarlo todo y consagrarnos totalmente a seguirle y a servirle.

¿Quiénes son los pobres en el nuevo Testamento?

La historia contempla, por lo general, el panorama de los
Hechos «importantes» de la humanidad. Pero la verdadera historia
Del hombre, ¿no será esa corriente subterránea de sufrimiento
y de pobreza, que el gran libro de la historia generalmente
Omite y que son la secuela de las «hazañas», en su mayoría
Bélicas, del hombre? El evangelio, en cambio, presta una
Atención preferente a estas situaciones hasta el punto de que,
A diferencia de otras grandes figuras de la historia, no es posible
Comprender a Jesús si no es enmarcado en el trasfondo
De los desheredados de su tiempo.
El término pobres (patojo), en el lenguaje evangélico, aunque
No designa exclusivamente a los económicamente débiles o
A los desposeídos de bienes materiales, ciertamente los incluye
Y comprende, por tanto, también la pobreza real. Bajo el
Nombre de pobres se entiende a los necesitados y, sobre
Todo, a los mendigos. Lucas nos habla de «cautivos, ciegos y
Oprimidos» (4, 18) y Mateo (11, 5; Le 7, 21-22) menciona a
Enfermos o disminuidos físicos (ciegos, cojos, leprosos, sordos;
El 14, 13 añade: tullidos, cojos y ciegos) o bien a enfermos en
El espíritu (endemoniados) (4). La mayor parte de estas personas
Eran mendigos, incapaces de ganarse el sustento por sí
Mismos, y que, a falta de instituciones benéficas que los acogiesen,

Se veían obligados a vivir de la limosna

Mensajes de San Lucas (Lucas 24, 1-12)



El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado. Ellas encontraron removida la piedra del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres con vestiduras deslumbrantes. Como las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del suelo, ellos les preguntaron: «¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. 

Recuerden lo que él les decía cuando aún estaba en Galilea: «Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día». Y las mujeres recordaron sus palabras. Cuando regresaron del sepulcro, refirieron esto a los Once y a todos los demás. 

Eran María Magdalena, Juana y María, la madre de Santiago, y las demás mujeres que las acompañaban. Ellas contaron todo a los Apóstoles, pero a ellos les pareció que deliraban y no les creyeron. Pedro, sin embargo, se levantó y corrió hacia el sepulcro, y al asomarse, no vio más que las sábanas. Entonces regresó lleno de admiración por que había sucedido.

¿Cuál fue la Misión de Jesús al venir a la Tierra?


La misión de Jesús no era el venir a este mundo y edificar una supuestamente iglesia terrenal.  Jesús tenía una misión específica que cumplir.

Cuando Jesús regresó a su pueblo, Nazaret, citó a Isaías 61:1-2 para describir el propósito de su ministerio.  Esta porción de las Escrituras describe cinco objetivos que tenía Jesús en su ministerio terrenal.

1. LLEVAR LAS BUENAS NUEVAS A LOS POBRES.  Jesús ministró a hombres de todas las clases sociales, desde los ricos recaudadores de impuestos, los sencillos  pescadores y hasta los mendigos de las calles.  A él no le importaba la categoría social de la gente.  Jesús miraba más allá de las necesidades externas de la gente.  El veía la pobreza de todas sus almas.  Y a todos aquellos dispuestos a oírle, Jesús les ofrece las buenas nuevas del evangelio.

2. SANAR A LOS QUEBRANTADOS DE CORAZON.  Cuando tienes el corazón quebrantado te parece que nadie te entiende ni mucho menos se preocupa por ti.  Mas no es así, Jesús te comprende.  Él sabe lo que es ser abandonado por los amigos.  Él ha experimentado lo que es ser rechazado.  Conoce el aguijón de la muerte.  Por estas razones, él desea sanar tu quebrantamiento corazón.

3. TRAER LIBERACION A LOS CAUTIVOS.  La Biblia enseña que antes de darle nuestro corazón a Dios, vivimos cautivos del pecado.  Si te das cuenta de que estas viviendo cautivo de algún vicio o pecado que no puedes vencer, Jesús desea líbrate de esa esclavitud espiritual.  Sólo admite esta condición pecaminosa, sal de ella, y pídele que te dé un nuevo corazón.  Luego entrégate a la ayuda y el pode del Espíritu Santo, y conocerás la verdadera libertad.

4. DAR VISTA A LOS CIEGOS.  La Biblia también enseña que antes que entreguemos nuestra vida a Jesús estamos espiritualmente ciegos.  Satanás, quien es el dios del mundo, ha cegado la mente de los que no creen.  Son incapaces de ver la gloriosa luz de la Buena noticia.  No entienden este mensaje acerca de la gloria de Cristo, quien es la imagen exacta de Dios.  Jesús desea abrir nuestros ojos para que podamos comprender y responder al mensaje del evangelio.


5. DAR LIBERTAD A LOS OPRIMIDOS.  La palabra oprimidos puede ser también traducida <<aquellos que son aplastados por la vida>>  Jesús comprende tus penas y angustias, y desea quitar esas cargas de tus hombros.

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