No es difícil
descubrir el propósito del evangelio de Juan; el mismo se nos dice en 20,31:
"Pero
Estas (señales) se han escrito para que creáis que Jesús es
el Cristo, el Hijo de Dios, y para que
Creyendo, tengáis vida en su nombre." Las palabras
"para que creáis" pueden significar un
Llamado para creer en Jesús siendo no-creyente, pero también
es posible entenderlas como un
Llamado para seguir creyendo en Jesús. Dicho llamado no es
superfluo, ya que la iglesia
Tempranamente tuvo que luchar en tres fronteras:
a. Contra la acusación de los judíos. En aquel tiempo ya
hubo una división entre judíos y
Cristianos. Los rabinos habían añadido una maldición de los
`mínima' (herejes) a la oración diaria
(El Sjemone-Esre); esta era razón suficiente para hacer un
llamado a seguir confiando en Jesús.
Compárese el hecho de que tres veces (9,22; 12,42; 16,3)
Juan habla de ser expulsado de la
Sinagoga. Además, la expresión "los judíos"
-aunque no siempre- muchas veces tiene una
Connotación negativa: aquellos que no creían en Jesús.
b. Contra los discípulos de Juan el Bautista. Durante este
tiempo ya formaban una secta (corp.
Hechos 19,1-7) que casi ensalzaba a Juan el Bautista. El
evangelio de Juan muestra que el
Bautista mismo no era la Luz (1,8) sino simplemente el
testigo y mensajero de ella; y que el
Mismo se gozaba en que la gente siguiera a Jesús (3,26-30).
c. Contra la secta de los gnósticos. La gnosis era una secta
que se encontraba tanto en el
Judaísmo como en el cristianismo temprano; esta secta
menospreciaba la materia a expensas del
Alma. Para ellos el cuerpo no era nada más que la cárcel del
alma. Dicha secta negaba que
Jesús realmente hubiera tomado un cuerpo físico, sino sólo
la apariencia de un cuerpo. Contra
1esta herejía, Juan recalca la encarnación de Jesús
diciendo: "Y aquel Verbo fue hecho carne
(1,14)."
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