“Te doy dinero, mucho, fácil, rápido. Pero a cambio, me
entregas tu paz y la tranquilidad de tu familia…” ¿Qué le parece esta oferta?
Si hasta ahora no la ha recibido, prepárese, porque en el momento que menos se
imagina vendrá. Mejor es reflexionar y preparar con anticipación la respuesta.
Vaya pensando: ¿a cuánto vendería la paz de su familia y su propia
tranquilidad?
Seguro que dará la respuesta que aprendimos todos: “Mi paz y
la de mi familia no tiene precio”. Pero en muchos casos ésta es sólo una
respuesta de reacción sin convicción. Basta mirar alrededor, en las noticias
del periódico y la televisión; como cientos de profesionales, empresarios y
autoridades prefirieron al dinero antes que la paz, pasando días de angustia y
aflicción, con muchos bienes, pero sin la tranquilidad debida para
disfrutarlos; escondiéndose, temiendo ser descubiertos en sus ilícitos
negocios, fraudes y robos. Y terminando en la cárcel.
La siembra ilegal de coca es una indiscutible muestra de lo
que significa tener dinero y carecer de paz. Todavía queda fresca en la memoria
aquellos años en que corrían los dólares por esta región. Los sacos llenos de
billetes verdes, las lanchas surcando los ríos, los negocios prósperos, los
almacenes llenos, las fiestas, la buena comida, las últimas motos y los
modernos equipos de sonido… ¡pero sin paz!, diariamente sometidos a un sentir
de intranquilidad e incertidumbre, con delincuencia, pagando cupos, con temor y
turbación constante al ver como el río arrastraba con frecuencia los cuerpos de
las víctimas del narcotráfico y el terrorismo. Muchos tuvieron que salir, ó
enviar lejos a su familia. Otros no tuvieron tal oportunidad y sufrieron la
pérdida de algún ser querido. En el mejor de los casos las familias “sólo”
tuvieron que aprender a convivir con el temor. Para colmo de males (justicia
divina), mucho dinero pasó y nada quedó.
Conseguir dinero a precio de paz es siempre un costo alto e
inútil. Con divina razón nos advierte el proverbio bíblico: “Vale más lo poco
ganado honradamente, que lo mucho ganado en forma injusta” (Pr.16:8)
Advertencia que bien vale el esfuerzo publicar para recordar y enseñar con
urgencia, pues en estos necios tiempos se valora más las posesiones materiales
que la paz interior; y el dinero mal habido antes que la tranquilidad familiar.
Sería realmente una desgracia, si olvidando experiencias
pasadas, en nuestra región se siga incrementando la siembra ilegal de coca y el
tráfico ilícito de drogas. Si usted valora la paz, no participe de ninguna
manera en ello. Si es agricultor y cree en Dios, con mayor razón debe
rechazarlo. Ninguno que confiese ser cristiano debe involucrarse en su traslado
y venta. En realidad como creyentes debemos rehusar cualquier actividad
prohibida por ley, que ofrezca dinero fácil, pero que perjudique a la sociedad
y atente contra la santidad de Dios.
Quizás obtengamos menos dinero siendo honrados. Cierto. Pero
eso no es para lamentarse. Pues como declara la Biblia: “Más vale ser pobre y
temer a Dios, que ser rico y vivir angustiado” (Pr.15:16). Por un lado, Dios
sabrá recompensar la honestidad a su tiempo. Por otro, es verdad que la paz no
tiene precio.
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