Muchas voces se han hecho oír a lo largo de los siglos de la
historia humana. Pero no son muchas las que fueron pronunciadas por inspiración
divina. Dichas palabras, que fueron registradas en piedras, pergaminos,
papiros, hojas de papel, por la imprenta y más; han llegado hasta nuestros días
formando una colección de escritos que conocemos como La Biblia.
En la Biblia hallamos el testimonio de uno a quien se le
denomina “La Voz”. Jesús, El Verbo de Dios. Él es La Palabra Divina que se
materializó en forma humana y “habitó entre nosotros… y vimos su gloria, lleno
de gracia y verdad”. Jesús es el Mesías prometido, el Cristo esperado, el
ungido por Dios para revelar su voluntad y restaurar a toda la creación a una
correcta relación con su Creador. Jesús es La Voz de Dios.
Y su voz, dio lugar a una incontenible multitud de voces.
Hoy, luego de casi dos mil años, su Palabra se sigue repitiendo y proclamando
en medio de otras miles de voces contrarias y que en ocasiones intentan
callarla. Sin embargo nada ha podido silenciarlos. Cada nueva generación de cristianos
interpreta y aplica las enseñanzas de Jesucristo a la realidad de su propia
generación, advirtiendo, llamando al cambio, al arrepentimiento, a tomar una
actitud de humildad ante la grandeza de la vida y la Palabra del Creador, pues
"el mundo pasa y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios
permanece para siempre". "Todos somos como hierba y nuestra gloria
como flor de la hierba. Y la hierba se seca, y la flor se cae; y sólo la
Palabra del Señor permanece para siempre”.
De tal manera es así, que las voces de los cristianos se
oyen en todo lugar. Se expresan tratando que sus palabras sean oídas como un
eco contextualizado de la Voz de su Maestro. Es notorio que no siempre logran
hacerlo bien. A veces no son fieles al espíritu del texto bíblico y son
demasiado influenciados por sus propias concepciones o prejuicios; incluso
dejándose llevar por la conveniencia de ciertas interpretaciones. Pero la
escencia de la Palabra no cambia. Quien quiera seguir la verdad podrá comprobar
la fidelidad de cualquier enseñanza al compararla con La Voz escrita en los
evangelios y en las cartas de los apóstoles.
Los principios cristianos bíblicos trascienden, son válidos,
pertinentes para el tiempo presente. Las Palabras de Jesucristo sacian el alma,
traen paz, hacen sabio al sencillo, fortalecen al débil, otorgan perdón,
prosperidad integral, restauración, poder de una vida nueva y vida eterna.
Quien cree y las sigue no es defraudado.
Esta columna es una voz más que cada semana se une a tantas
otras voces cristianas que se expresan con la esperanza de un mundo mejor. Es
un humilde aporte de alguien que reconoce su propia necesidad de tener un
salvador, y que al ver la situación de nuestra actual sociedad comprende que
sólo en Cristo y sus enseñanzas hay posibilidad de un cambio pleno, real,
presente y eterno. Un aporte que usted también puede seguir y revisar por
internet.
En un mundo de tantas voces, tanto ruido y confusión... ¿qué
creer? ¿a quién seguir? “¿a quién iremos?…Sólo Jesús tiene palabras de vida
eterna”. Esa fue la respuesta de Pedro, uno que vió y oyó a La Palabra. Y es la
misma convicción que necesitamos seguir hoy en nuestros pueblos.
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